La película que has estado esperando ver finalmente se estrena, por lo que decides buscar la próxima función en tu cine favorito. Entras a la aplicación desde tu teléfono, seleccionas la película y justo cuando eliges tu asiento la aplicación colapsa. Lo intentas nuevamente, pero el error sigue ocurriendo en el mismo paso. Cuando llegas al lugar hay una fila larguísima, es miércoles. Finalmente llega tu turno, pero el único lugar disponible es frente a la pantalla. Rechazas vivir esa mala experiencia. Estás molesto porque no pudiste ver la película y sólo piensas que si la aplicación hubiera funcionado correctamente estarías disfrutando de tus palomitas.
La película que has estado esperando ver finalmente se estrena, por lo que decides buscar la próxima función en tu cine favorito. Entras a la aplicación desde tu teléfono, seleccionas la película y justo cuando eliges tu asiento la aplicación colapsa. Lo intentas nuevamente, pero el error sigue ocurriendo en el mismo paso. Cuando llegas al lugar hay una fila larguísima, es miércoles. Finalmente llega tu turno, pero el único lugar disponible es frente a la pantalla. Rechazas vivir esa mala experiencia. Estás molesto porque no pudiste ver la película y sólo piensas que si la aplicación hubiera funcionado correctamente estarías disfrutando de tus palomitas.
Miremos del otro lado. Es probable que, quienes desarrollaron dicha aplicación, pasaron mucho tiempo perfeccionándola y haciendo pruebas. Sin embargo, dejaron el seguimiento y actualizaciones a un lado y ahora sólo reaccionan a las quejas de los usuarios. Olvidaron un plan de optimización, actualizaciones y correcciones de bugs.
Preguntas clave
Debido al colapso de la aplicación, podemos deducir algunas preguntas que se estarán haciendo, tanto los ingenieros como los ejecutivos de negocios:
- ¿Pudimos detectar este problema en primera instancia?
- Si ya lo detectamos ¿sabemos qué combinación de aplicaciones web, APIs, contenedores, bases de datos, infraestructura o servicios de terceros causaron el problema?
- ¿Los problemas han podido resolverse rápidamente en tiempo real?
- ¿Los inconvenientes pudieron prevenirse antes de que sucedieran?
- ¿Sabemos qué tan graves fueron los problemas y la cantidad de ingresos que se dejó de vender por esta causa?
Cómo responder a las distintas problemáticas
Si detectamos que la aplicación presenta un problema, es necesario saber dónde se originó. Para esto, deberíamos tener información del entorno de usuario: modelo de teléfono, versión del sistema operativo, proveedor de servicio de telefonía (carrier), conexión a internet (datos móviles o WIFI), bloqueador de publicidad instalado. Hasta conocer toda esta información, seremos capaces de replicar el problema mediante pruebas. De esta forma, podremos saber si el problema depende de nosotros (código de la app, infraestructura, bases de datos), servicios de terceros o provino del usuario (por ejemplo, el carrier que no tuviera servicio al momento del error).
Además, para poder dar respuesta a las primeras dos preguntas, las herramientas que se usen para monitorear deberán tener disponible un sistema de alertas. Mientras, para el segundo punto contar con una plataforma con monitoreo de infraestructura, aplicaciones móviles y aplicaciones web, además, que sean capaces de interactuar entre ellos otorgará una ventaja significativa, ya que la visibilidad de la acción será completa. Es decir, de extremo a extremo. De otra forma, saber que tu aplicación falló sin conocer qué componentes están involucrados, además del precio de la operación y las mejoras que cada uno necesita, resultará de poca ayuda. Sobre todo si consideramos la diferencia de costos entre corregir un problema en una app de servidor y en una app móvil.
Para optimizar este proceso de monitoreo lo mejor sería contar con una sola plataforma, que fuera capaz de monitorear toda la tecnología desde ese mismo lugar. De esta forma, todas las interrogantes quedarían resueltas.
La calidad es vital al desarrollar una aplicación móvil. Esto podría parecer evidente. Y lo es. Sin embargo, el verdadero reto se presenta cuando los equipos dependen de terceros y la aplicación ya está en producción. Si tienes una suite completa que monitorea tanto tus aplicaciones en Android como en iOS, entonces los desafíos antes mencionados serán más sencillos de manejar.
Experiencia de usuario
Una vez detectado el problema y su posible solución, es importante destacar que el monitoreo no solamente te permitirá analizar los fallos, también te brindará información sobre cómo se está utilizando la aplicación. Esto significa que podrías hacer mejoras de tipo comercial, por ejemplo, si detectas que una pantalla es muy visitada ya que podrías añadir ahí el producto más reciente y así asegurarte de que será muy consultada.
Éstos son algunos datos que tendrás a tu alcance:
- ¿Los usuarios están utilizando la aplicación como se espera?
- ¿Qué tantos recursos se están consumiendo?
- ¿Cuáles son las acciones de uso?
- ¿Cuánto tiempo pasan los usuarios en tu aplicación?
- ¿Cuántas veces vieron una misma pantalla?
- ¿Cuánto tiempo tardó en cargar cada pantalla?
- ¿La nueva versión de mi app está funcionando mejor que la anterior?
En resumen, el monitoreo de aplicaciones móviles permite detectar y resolver los problemas que pudieran presentar tu aplicación, sin importar si son propios o de terceros. Dar una pronta respuesta a las quejas de los usuarios ante un error hará que haya un mayor compromiso con tu marca. Cabe mencionar que no solamente evitarás las pérdidas monetarias con fallos imprevistos, sino que también podrías aumentar tus ingresos.
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